martes, 20 de septiembre de 2011

Cristina y la nueva transversalidad


Hace un algo más de un mes se generó un hecho político que puede marcar los próximos años de Argentina y de la nueva expresión del movimiento nacional y popular, cuyo eje es la expresión del Peronismo en el siglo XXI, el Kirchnerismo.
Es indiscutible que el Peronismo es el ámbito en el cual se resuelven, para bien o para mal, las contradicciones de la sociedad argentina. Condición que se cumple, salvando algunas excepciones, desde 1945 a la fecha.  Una de los requisitos para que se cumpla la condición es la constatación de una Conducción definida, construida, y sustentada por los sectores populares del país.
Los contendientes que se presentaron en las “primarias” como Peronistas sumaron el 70 % del electorado, lo cual podría inducir a conclusiones equívocas. Cristina obtuvo el 60 % de esos votos; por lo tanto, hubo un 40 % de votos seducidos por candidatos que se autodefinen como peronistas no kirchneristas.
Esta división, que se perfilaba desde el enfrentamiento con los sectores agrupados en la Mesa de Enlace, ha terminado de delinear una nueva realidad, ante la cual La Conducción ha ratificado su decisión de “generar” transversalidad en detrimento de los que opinaban como imprescindible el abroquelamiento dentro de la estanqueidad movimientismo/peronismo.
A partir del 14 de agosto se configura una nueva transversalidad, en la cual Cristina amplía el horizonte de aquella vertebrada en el 2007, y lo hace a través de una práctica peronista esencial, la de la inclusión. Todas las políticas del gobierno nacional tienen esta centralidad distintiva.
La representación no sólo alcanzó a la mayoría del Peronismo, a los sectores nacionales y populares no peronistas, a gran parte de la centroizquierda y el progresismo, los cuales formaban parte del conjunto que la acompañara en el 2007; sino que también sumó a sectores medios autodefinidos como políticamente “independientes”, sectores que han tenido una tendencia histórica de voto de centro o centro-derecha. No es precisamente el perfil de los votantes de Macri, sino que es un conglomerado de individuos de sectores medios desencantados con las expresiones políticas afines con sus ideologías y sus propias experiencias. Más allá de la constatación del posicionamiento de los colectivos políticos, es necesario destacar la importancia del impacto de la experiencia kirchnerista en muchos jóvenes. Es una nueva transversalidad que, como tal, es heterogénea, diversa.
Esta construcción reconoce un eje discursivo estructurante, “un relato”, de múltiples facetas; pero que permite delimitar un “nosotros” y un “ellos”, representado en un antagonista no político-partidario. Néstor y, ahora, Cristina han logrado que se identificara la real jefatura de la oposición. Si el antagonista es el Jefe del oligopolio mediático Clarín y su socio menor, queda en claro que el Kirchnerismo se reserva para sí la Política. Los candidatos de la oposición no tienen ni han construido liderazgo hasta el momento. Si en 1945 fue Braden o Perón, hoy la contradicción se sintetiza en Cristina o Magnetto.
La esperanza de la derecha (peronista y antiperonista) ya tiene nombre y el centro-derecha “progresista” esboza una alternativa. Macri y Binner competirán o confluirán, nadie lo sabe, tampoco hoy importa.
Lo que sí importa, y debemos asumir los peronistas que nos sentimos parte de este proyecto nacional y popular, es que tenemos una Conducción definida, construida, y sustentada por los sectores populares del país, y que La Conducción está edificando una nueva transversalidad para profundizar el modelo dejando de lado espejismos de unidad inexistentes. Más aún deben asumirlo aquellos compañeros que se sientan con los atributos para seguir construyendo camino en el futuro…
No hay dudas, nunca se vuelve al pasado; ni tampoco es conveniente coquetear con él, suele ser lapidario.
Jorge Etcharrán