Urtubey, Bossio y los significantes vacíos
“… Cuanto más alto trepa el monito
(así es la vida) el culo más se le ve…”
(así es la vida) el culo más se le ve…”
Juguetes Perdidos
Los Redonditos de Ricota
Scioli en la última contienda electoral no pudo/supo generar
una propuesta que reformulara las demandas presentes en la mitad más uno de los
electores. Macri sí.
Seguramente, de haber vivido, Laclau podría habernos
despejado ciertas dudas que aún tenemos. No obstante, la necesidad de una
“frontera” fue una premisa para el “antiKirchnerismo”, opción construida con
presteza por los sectores económicos concentrados y los medios de comunicación
masiva. Pero, fue indispensable, la articulación de esos “significantes”
presentes en todos los sectores de la sociedad, también en los de menores
ingresos, para la conformación de un discurso político que permitiera alcanzar
un triunfo electoral. Esa conformación del “campo antagónico” justamente
residió en parte al rechazo a asumir los antagonismos visibilizados en los
mandatos de Néstor y Cristina, los que a su vez eran y son el resultado de las
contradicciones de intereses reales existentes dentro de la sociedad de
Argentina. Tal vez, la “revolución de la alegría” fue un significante
imaginario, carente de contenido conceptual o literal, que reunió a un conjunto
de aspiraciones que fueron articuladas con certeza.
Así, el discurso político de Macri hizo hincapié en que
“todo”, pero “todo”, iba a ser mejor porque había una razón ontológica que lo sustentaba:
el “Sí, se puede”. Los que trabajaban no iban a perder el trabajo, los derechos
conquistados serían mantenidos, alcanzaríamos la pobreza cero, tanto YPF como
Aerolíneas Argentinas se mantendrían nacionalizadas, los empresarios del campo
ganarían más, las empresas privadas también y se derrotaría el narcotráfico, la
corrupción y la inflación. Y eso sí, “todos”, pero “todos” íbamos a ser (no
solo estar) felices… a jugar con globos y Macri le podría enseñar a los pares
de diferentes países del mundo sus pases de baile.
Ese fue el discurso, y más allá lo que se opine al respecto,
fue exitoso; diversos sectores de la sociedad confiaron en el mismo y definieron
Macri Presidente.
Ahora… El discurso no alcanza para gobernar. Es el tiempo de
los hechos de gobierno concretos que puedan generar nuevos significantes. Hasta
el momento, las decisiones gubernamentales han beneficiado a los sectores
económicos y los medios de comunicación que fueron los artífices del triunfo,
no a “todos”, ni siquiera a “todos” los que votaron este gobierno.
Es por lo expuesto que sorprenden las decisiones asumidas
por Urtubey, Bossio y sus adláteres. Y esto no es un juicio ético de las
señales emitidas, es una evaluación política, que se supone es a lo que se
dedican a diario.
Ellos saben que las fotos y las loas provenientes de las/os
comunicadoras/es de los medios hegemónicos solo sirven para determinados
ámbitos y por escaso tiempo; tal vez, les hubieran sido útiles antes de que el
actual gobierno comenzara a actuar, cuando se estaba en la etapa de las
presunciones. Ahora, los efectos de las primeras
decisiones políticas ya están afectando las arcas del país y, por ende, de las
provincias, como también la calidad de vida de muchos ciudadanos.
La etapa de la revolución de la alegría ya pasó, están llegando tarde, las fotos repletas de sonrisas suenan a impostura. Porque hay miles de despedidos, porque Milagro Sala sigue detenida sin sustento legal, porque el ajuste no tiene explicación coherente, porque estamos endeudándonos sin saber por cuánto, porque estamos humillando a gobiernos de América Latina, porque estamos perdiendo soberanía.
A Urtubey, Bossio y sus acólitos no se les ha escuchado una sola postura sobre los temas mencionados. Es más, lo que hasta el 9 de diciembre estaba bien, hoy es lo que, a su entender, tendríamos que superar. ¿Esto es lo que significa una oposición racional? ¿Cuáles son los significantes sobre los que articularán su discurso?
Ellos deberían saber que la revolución de la alegría, a
pesar de haber fenecido, no era algo que les era propio, tuvo otro mentor, que
ellos nunca dejarán de ser “los otros”, los del campo antagónico, los advenedizos,
no podrán ser parte del círculo áulico porque los condena el pecado original “Kirchnerista”
(más en Bossio y otros que en Urtubey), aunque recurran al viejo término, hoy
hueco, “Justicialista”. Las justificaciones siempre existirán; tal vez, estén
pensando la manera de subirse a un barco en el cual es difícil que alcancen cierta
“movilidad ascendente”.
La tarea del campo Nacional y Popular es justamente lo
contrario a lo que pregonan estos dirigentes, es asumir que este gobierno tiene
una definida política de exclusión social de la mayoría de los argentinos
debido al modelo económico neoliberal impuesto, de sumisión ante el Fondo Monetario,
el capitalismo financiero y las políticas emanadas de la Embajada.
A partir de las demandas concretas de los que más sufren
estas involuciones, del sentir nacional y popular de intelectuales,
profesionales y trabajadores que no se amilanen ante un escenario hostil, del
aporte de las organizaciones políticas, territoriales y sectoriales, y de la
creatividad de miles de militantes y ciudadanos, surgirán los nuevos
significantes a articular en un discurso que permita ganar las elecciones legislativas
de 2017 y retomar el gobierno en el 2019.
Para lograrlo, cada ámbito debe ser un escenario de
confrontación ideológica, de organización y acción mancomunada de los que se
sientan partícipes de esta historia.
El campo Nacional y Popular reconoce una sola Conducción y tengo
en claro quién es para mí.-
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