domingo, 7 de febrero de 2016

Urtubey, Bossio y los significantes vacíos
“… Cuanto más alto trepa el monito
(así es la vida) el culo más se le ve…”

Juguetes Perdidos
Los Redonditos de Ricota

Scioli en la última contienda electoral no pudo/supo generar una propuesta que reformulara las demandas presentes en la mitad más uno de los electores. Macri sí.

Seguramente, de haber vivido, Laclau podría habernos despejado ciertas dudas que aún tenemos. No obstante, la necesidad de una “frontera” fue una premisa para el “antiKirchnerismo”, opción construida con presteza por los sectores económicos concentrados y los medios de comunicación masiva. Pero, fue indispensable, la articulación de esos “significantes” presentes en todos los sectores de la sociedad, también en los de menores ingresos, para la conformación de un discurso político que permitiera alcanzar un triunfo electoral. Esa conformación del “campo antagónico” justamente residió en parte al rechazo a asumir los antagonismos visibilizados en los mandatos de Néstor y Cristina, los que a su vez eran y son el resultado de las contradicciones de intereses reales existentes dentro de la sociedad de Argentina. Tal vez, la “revolución de la alegría” fue un significante imaginario, carente de contenido conceptual o literal, que reunió a un conjunto de aspiraciones que fueron articuladas con certeza.

Así, el discurso político de Macri hizo hincapié en que “todo”, pero “todo”, iba a ser mejor porque había una razón ontológica que lo sustentaba: el “Sí, se puede”. Los que trabajaban no iban a perder el trabajo, los derechos conquistados serían mantenidos, alcanzaríamos la pobreza cero, tanto YPF como Aerolíneas Argentinas se mantendrían nacionalizadas, los empresarios del campo ganarían más, las empresas privadas también y se derrotaría el narcotráfico, la corrupción y la inflación. Y eso sí, “todos”, pero “todos” íbamos a ser (no solo estar) felices… a jugar con globos y Macri le podría enseñar a los pares de diferentes países del mundo sus pases de baile.

Ese fue el discurso, y más allá lo que se opine al respecto, fue exitoso; diversos sectores de la sociedad confiaron en el mismo y definieron Macri Presidente.

Ahora… El discurso no alcanza para gobernar. Es el tiempo de los hechos de gobierno concretos que puedan generar nuevos significantes. Hasta el momento, las decisiones gubernamentales han beneficiado a los sectores económicos y los medios de comunicación que fueron los artífices del triunfo, no a “todos”, ni siquiera a “todos” los que votaron este gobierno.

Es por lo expuesto que sorprenden las decisiones asumidas por Urtubey, Bossio y sus adláteres. Y esto no es un juicio ético de las señales emitidas, es una evaluación política, que se supone es a lo que se dedican a diario.

Ellos saben que las fotos y las loas provenientes de las/os comunicadoras/es de los medios hegemónicos solo sirven para determinados ámbitos y por escaso tiempo; tal vez, les hubieran sido útiles antes de que el actual gobierno comenzara a actuar, cuando se estaba en la etapa de las presunciones.  Ahora, los efectos de las primeras decisiones políticas ya están afectando las arcas del país y, por ende, de las provincias, como también la calidad de vida de muchos ciudadanos.

La etapa de la revolución de la alegría ya pasó, están llegando tarde, las fotos repletas de sonrisas suenan a impostura. Porque hay miles de despedidos, porque Milagro Sala sigue detenida sin sustento legal, porque el ajuste no tiene explicación coherente, porque estamos endeudándonos sin saber por cuánto, porque estamos humillando a gobiernos de América Latina, porque estamos perdiendo soberanía.

A Urtubey, Bossio y sus acólitos no se les ha escuchado una sola postura sobre los temas mencionados. Es más, lo que hasta el 9 de diciembre estaba bien, hoy es lo que, a su entender, tendríamos que superar. ¿Esto es lo que significa una oposición racional? ¿Cuáles son los significantes sobre los que articularán su discurso?

Ellos deberían saber que la revolución de la alegría, a pesar de haber fenecido, no era algo que les era propio, tuvo otro mentor, que ellos nunca dejarán de ser “los otros”, los del campo antagónico, los advenedizos, no podrán ser parte del círculo áulico porque los condena el pecado original “Kirchnerista” (más en Bossio y otros que en Urtubey), aunque recurran al viejo término, hoy hueco, “Justicialista”. Las justificaciones siempre existirán; tal vez, estén pensando la manera de subirse a un barco en el cual es difícil que alcancen cierta “movilidad ascendente”.

La tarea del campo Nacional y Popular es justamente lo contrario a lo que pregonan estos dirigentes, es asumir que este gobierno tiene una definida política de exclusión social de la mayoría de los argentinos debido al modelo económico neoliberal impuesto, de sumisión ante el Fondo Monetario, el capitalismo financiero y las políticas emanadas de la Embajada.

A partir de las demandas concretas de los que más sufren estas involuciones, del sentir nacional y popular de intelectuales, profesionales y trabajadores que no se amilanen ante un escenario hostil, del aporte de las organizaciones políticas, territoriales y sectoriales, y de la creatividad de miles de militantes y ciudadanos, surgirán los nuevos significantes a articular en un discurso que permita ganar las elecciones legislativas de 2017 y retomar el gobierno en el 2019.

Para lograrlo, cada ámbito debe ser un escenario de confrontación ideológica, de organización y acción mancomunada de los que se sientan partícipes de esta historia.

El campo Nacional y Popular reconoce una sola Conducción y tengo en claro quién es para mí.-

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